Decir que Milei es “hostil a la cultura” es de incultos o mercenarios Imprimir
Escrito por Horacio Pucheta   
Miércoles, 24 de Abril de 2024 09:14

Milei y la cultura La cultura y los libros: un fenómeno que tiene que ver con el mercado y no con el Estado. (Archivo)

El presidente de la Fundación El Libro, que organiza todos los años la Feria del Libro, aseguró que el presidente argentino muestra hostilidad desde su gestión contra la cultura. ¡Mentira!

Javier Milei presentará su próximo libro Capitalismo, socialismo y la trampa neoclásica en la Feria del Libro. Lo que suena bastante lógico terminó generando un innecesario debate, ya que la misma Fundación el Libro, que organiza el tradicional evento, salió a cuestionar duramente al mandatario.

Para Alejandro Vaccaro, titular de la fundación, la presencia del mandatario en la feria es casi como una contradicción. En su opinión, “el gobierno está denostando todas las expresiones culturales”. Sin medias tintas, el presidente de la organización aseguró que la actual gestión es directamente “hostil” con la cultura.

Argumentar una supuesta hostilidad del gobierno con el ámbito cultural deja a los críticos en solamente dos lugares: en el de personas que no tienen la más pálida idea de lo que es la cultura (aunque presidan la Feria del Libro) y en el de individuos que fomentan la desinformación con una finalidad concreta. La de confundir para mantener los intereses espurios de financiación gubernamental para proyectos personales. No hay otra categoría en este menú.

En el marco de lo que era un déficit fiscal galopante, el gobierno (que ya está corrigiendo la problemática inflacionaria a pasos agigantados) encaró un ajuste tan drástico como necesario. El Estado concentrará los recursos fiscales a las cuestiones que hacen a su funcionamiento, pero dejará de financiar programas que nada tienen que ver con los ámbitos como la seguridad, la justicia, la salud o la educación, tal cual prometió Milei en campaña.

Dejar de utilizar recursos de los contribuyentes en un país en crisis para financiar novelas de Andrea del Boca o Pablo Echarri, nada tiene que ver con estar en contra de la cultura. Todo lo contrario. La cultura nada tiene que ver con el Estado. Los que han estado en contra de las manifestaciones culturales han sido los dictadores que han censurado obras, películas y canciones o han utilizado fondos públicos para producciones que les resultaran afines. La verdadera cultura es independiente y contestataria. Los partidarios de la cultura paraestatal no son más que mercenarios que utilizan un slogan para esconder sus verdaderos intereses: la financiación coactiva que reciben.

Para que exista una cultura floreciente y una demanda que sostenga la subsistencia de los artistas, antes que nada, hay que tener una economía pujante. Solamente hay lugar para el arte cuando las necesidades básicas están satisfechas en cierta medida. Los que aseguran que Milei está en “contra de la cultura” no han hecho otra cosa que empobrecer a la sociedad con su estatismo exacerbado, haciendo del ámbito cultural un negocio estatal financiado con el dinero de los contribuyentes.

¿Qué necesita la cultura entonces? Libertad y desarrollo. Nada más. Nada tiene que hacer el Estado interviniendo o financiando a artistas obsecuentes, que no hacen otra cosa que producir material que no ofenda (o que directamente avale) a los gobiernos de turno.

Es curioso que los que se llenan la boca hablando del “rol del Estado” y del “derecho a la cultura” sean los mismos que cuestionan duramente propuestas como los vouchers. Si hay una coincidencia en que el Estado tiene que destinar parte de sus recursos fiscales al mundo de la cultura, ¿por qué no se propone un programa de vouchers culturales donde los beneficiarios de escasos recursos puedan cambiarlos por los libros que deseen leer o las obras de teatro que quieran presenciar, el cine que les guste o la música que elijan? La respuesta es simple: porque la gente estaría eligiendo en libertad qué leer, mirar o escuchar y el dinero no iría directamente a los supuestos abanderados de la cultura, que no son más que mercenarios mentirosos.



Marcelo Duclos